Mucho se ha escrito y mucho se seguirá escribiendo sin duda sobre la relación entre el vino y la salud. Hay estudios contradictorios y en ocasiones es complicado extraer una opinión definitiva sobre el tema. Muchos de los beneficios para la salud asociados al vino se derivan del Resveratrol, un componente antioxidante que podemos encontrar en la piel y en las semillas de las uvas tintas. Durante la fermentación del mosto está en contacto con la piel y semillas y, es debido a este proceso que el Resveratrol se encuentra en el vino de alta concentración y, derivados de esta concentración, surgen todos los estudios que asocian salud y vino, estableciendo una alta correlación que parece indicar algún tipo de relación. El Resveratrol es un polifenol con propiedades antioxidantes que neutraliza la acción de los radicales libres. El estrés o la contaminación son aliados de la producción de estos últimos. Los mismos producen oxidación en un organismo, y de aquí que sea responsable directo del envejecimiento o la degradación de organismos. Frente a esto, el Resveratrol, gracias a sus excelentes efectos antioxidantes, tiene el poder de neutralizar los radicales libres. La pregunta siguiente es cuánto vino hay que tomar para notar este beneficio. Hay estudios que evidencian claramente resultados positivos con el consumo de una copa o a lo sumo dos copas de vino tinto por día, para que ese consumo no sea contraproducente para el organismo; mientras otros estudios indican que habría que consumir litros de vino diariamente para poder tener resultados positivos de Resveratrol, lo que significaría claramente un exceso de consumo, negativo para la salud desde cualquier punto de vista que se lo mire.