Manuel Otero Ramos, enólogo. Su historia.

Manuel Otero Ramos es enólogo. Amante de la educación, de Sarmiento, y de la vid. Una persona totalmente transparente y humilde que hace pasear a través de su cálida mirada, toda la historia, y todo el amor que siente por el vino. Orgulloso de lo que logró y que su familia esté a su lado en este mundo tan hermoso como lo es la vitivinicultura.

En el año 1950, Manuel Otero Ramos emigró con sus padres a Buenos Aires desde la parroquia compostelana de Aríns. Tenía cuatro años. Con él viajaron sus tres hermanos nacidos en Galicia. Cuatro más vinieron al mundo en América. A la edad de ocho años perdió a su padre: “Salimos adelante gracias al tesón de mi madre, una gallega de coraje”, recuerda.

Después de tantos cambios y acontecimientos inesperados en su vida, la incorporación de Manuel Otero al mundo laboral fue precoz. Con 16 años, al terminar los estudios de Secundaria, ya trabajaba de lunes a viernes como auxiliar de ventas para Pepsi Company y los fines de semana como empleado en la construcción.

Su trayectoria en PepsiCo le llevó a ser jefe de ventas y a viajar constantemente por diferentes provincias argentinas. Y en una de ellas, Mendoza, decidió afincarse para siempre. Allí los viñedos eran tan grandes como sus sueños en Aríns, cuando acompañaba a su abuelo “a procurar el albariño” en las “pezas” o fincas de la familia.

Una vez establecido en Mendoza, siguió trabajando en la construcción, sector que le permitió conocer las bodegas más importantes de la zona, primero como operario y más tarde como gerente de alguna de ellas. A finales de los noventa, maduró definitivamente su propio proyecto vitivinícola, para el que de nuevo se inspiró en los viajes, está por Napa Valley (California) y por las grandes zonas productoras de España, Francia e Italia. Y así nació Tierras del Ande S.A., con la compra de una parcela en Luján de Cuyo, la mayor zona productora de Mendoza.

El siguiente paso consistió en construir una bodega “al puro estilo español del siglo XIX”, precisa Manuel Otero.